Los europeos consumimos casi cuatro veces más energía per cápita que asiáticos o sudamericanos, y el 30 por ciento de esa energía la usamos en casa. Unos datos aún más preocupantes si se estudian al detalle: al menos el 16 por ciento de la energía que usamos en nuestros hogares se desperdicia.
La búsqueda de una solución a este problema nos lleva en primer lugar al Reino Unido, a Manchester.
En esat ciudad científicos y técnicos trabajan para ayudarnos a ahorrar energía. Pero no nos piden que cambiemos de casa, ni que hagamos obras en la nuestra, ni que cambiemos nuestros electrodomésticos. Tan solo quieren ayudarnos a comprender cómo y cuanta energía gastamos en casa.
Pukul Rana, coordinador del proyecto Dehems: “nuestro principal objetivo es influir en la gente para que cambie su comportamiento. Para que cambie su manera de usar la energía en casa y para que use correctamente la información que recibe”.
Información exacta del consumo que tiene cada hogar y que obtienen en tiempo real tanto los miembros del proyecto como los propietarios de las casas.
Pukul Rana, Coordinator del proyecto Dehems:
“Tenemos un kit básico que tan solo mide la cantidad total de electricidad que consume un hogar. Pero también tenemos contadores que se ponen entre el electrodoméstico y el enchufe. Así comprendemos al detalle el consumo energético de un hogar”.
Fiona tiene el kit básico que le permite medir su consumo eléctrico y ahora está instalando otro para el gas. Suficiente, según dice, para cambiar sus costumbres: “creo que estoy haciendo las cosas mejor. Ahora presto atención a algunos aparatos eléctricos que antes apenas miraba porque he visto en la pantalla que estaban gastando más energía de lo que pensaba. Si no hubiera tenido el medidor, no habría hecho nada”.
Cuando Fiona enciende un aparato eléctrico, puede ver inmediatamente cuanta energía consume y cuanto le cuesta al mes o al día. Después de haber probado el sistema, no duda de su eficacia: “Es una tecnología muy sencilla que todo el mundo puede utilizar. Estoy totalmente decidida a seguir usándola. Si el proyecto me lo permite, me voy a quedar con un medidor. Si no, me lo copraré”.
Pukul Rana, coordinadora del proyecto Smarthouse/Smartgrid: “los últimos análisis que hemos hecho de los resultados nos muestran que la gente que esta probando nuestro sistema ahorra hasta un 8 por ciento de energía respecto al consumo que tenían al inicio del proyecto. Ahora esperamos que, al final, doblen esa cifra o incluso que lleguen al 20 por ciento de ahorro”.
¿Y si también cambiamos el comportamiento de nuestra casa? Este es el objetivo de otro proyecto de investigación de la Unión Europea que se está desarrollando en Mannheim, Alemania.
El señor Nagy vuelve a casa del trabajo. A pesar de haber estado fuera, ha ahorrado energía porque ahora su casa es inteligente.
Anke Weidlich, coordinadora de este proyecto, nos explica el cambio: “tenemos un dispositivo que se instala en casa y se encarga de controlar algunos de nuestros electrodomésticos, por ejemplo la lavadora o la nevera. Este dispositivo, o controlador centralizado, elige el mejor momento para poner en marcha esos electrodomésticos”.
Basta con dejar la lavadora preparada. Después el controlador centralizado la encenderá cuando la tarifa de la electricidad sea baja o cuando Mr. Nagy, después de mirar los precios en Internet, de la orden: “con este sistema hemos cambiado nuestros hábitos de uso de los electrodomésticos. Ya no los ponemos en marcha a las mismas horas que antes. Ahora miramos las horas del día en que el precio de la electricidad es más bajo y así ahorramos dinero y energía”.
Además el señor Nagy usa más energía renovable que sus vecinos porque el controlador centralizado enciende los electrodomésticos cuando la electricidad de la red ha sido generada a partir de fuentes naturales.
Anke Weidlich, coordinadora del proyecto SmartHouse/Smartgrid: “vamos a imaginar un día de mucho viento o de mucho sol. En ese momento habrá mucha energía renovable procedente de granjas solares o eólicas. Entonces la electricidad es más barata y en ese momento es mucho más interesante poner en marcha los electrodomésticos. El sistema que estamos desarrollando se encarga de que así sea”.
El controlador centralizado es capaz de gestionar la energía solar que algunas casas, implicadas en el proyecto, producen. En el caso de que un de ellas genere de más, envía ese excedente a un vecino.
Anke Weidlich, coordinadora del proyecto SmartHouse/Smartgrid: “actualmente si tienes paneles solares en el techo de tu casa y produces en exceso, vendes la electricidad a la compañía eléctrica. Pero esto se puede hacer de otro modo. Esa energía también se puede quedar en el barrio y se puede vender directamente a los vecinos que necesiten más electricidad”.
¿Podremos entonces desconectar nuestra casa de la red eléctrica? Para conocer la respuesta nos vamos a Lavrio, al sur de Atenas.
En esta ciudad hay un edificio muy especial porque toda la electricidad que usa proviene del viento y del sol. Nunca usa energía de la red eléctrica.
Ioannis Paspaliaris, nos explica donde está la dificultad: “el problema al que nos enfrentamos aquí es que las energías renovables no siempre producen energía, además no la producen de un modo estable. A veces producen más, otras menos. Así que en muchas ocasiones la energía producida por las fuentes renovables no es siempre la misma que la consumida por el edificio. A veces es mayor y otras menor. Entonces, cuando es mayor, tienes un exceso de energía, y cuando es menor, debes usar energía renovable almacenada en el edificio”.
Almacenar esa energía en baterías ocuparía demasiado espacio, además las baterías tienen una vida muy corta. La solución es convertir ese exceso de energía en Hidrógeno por medio de la electrólisis y después almacenarla.
Stefano Carosio, coordinador del proyecto H2Susbuild: “la idea del hidrógeno surge de tener en cuenta el equilibrio necesario entre energía producida y energía usada y, por tanto, de la posibilidad de almacenar la energía en forma de hidrógeno. Hidrógeno que puede ser utilizado después para producir electricidad o calor con una pila de combustible”.
“El hidrógeno es un gas” explica Ioannis Paspaliaris “que, cuando se utiliza para producir electricidad o calor, no genera ningún gas de efecto invernadero. Cuando se quema o se usa en una pila de combustible tan solo genera agua pura y no dióxido de carbono”.
El objetivo de este experimento es hacer posible que esta tecnología se pueda usar en un barrio, edificio o incluso en una casa y demostrar que es segura.
“La futura casa de hidrógeno funcionará mejor si se trata de una casa en la que se consume poca energía” dice Ioannis Paspaliaris. “Cuando un edificio consume poca electricidad, entonces todo el sistema de almacenamiento con hidrógeno es más pequeño y, por tanto, más económico”.
www.dehems.eu
www.smarthouse-smartgrid.eu
www.h2susbuild.ntua.gr
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